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17 de junio de 2015

Las piernas de un millón de dólares de Marlene Dietrich

Fue el ángel azul que conquistó Hollywood a pesar de su estatus de extranjera. La vida de Marlene Dietrich estuvo marcada por el misterio, la ambigüedad y el glamour.




Marie Magdalene Dietrich, nació el 27 de diciembre de 1901 en Berlín, Alemania. Sus padres fueron Louis Erich Otto Dietrich, teniente de policía que había participado en la guerra franco-prusiana, y Wilhelmina Elisabeth Josephine Felsing  proveniente de una familia adinerada.
A los veinte años, ingresó en una escuela de interpretación y fusionó sus nombres para ser conocida como Marlene. Durante algunos años bailó y cantó en cabarets, mientras trabajaba en obras de teatro y hacía sus primeros pinitos en el cine.
El director Josef von Sternberg, y  El ángel azul (1930), convirtió a Marlene en una autentica diva.  Juntos realizaron algunas de las mejores películas de Marlene en Hollywood. En su primer film americano “Morocco”, Marlene luce un esmoquin masculino, fue la primera actriz que lo utilizó en la pantalla grande.
Su imagen estudiadamente andrógina le acompañaría de por vida al igual que los rumores sobre sus tendencias lésbicas.

Durante años la estrella de Marlene Dietrich brilló fulgurantemente. Se convirtió en uno de los mitos del cine, y como tal fue reverenciada por muchos espectadores que acudieron en masa a ver todas sus películas; fue una actriz con gran variedad de registros expresivos que engrandeció con sus canciones y actuaciones de baile. Por su fascinante personalidad (arrolladora en muchos instantes de su vida), se convirtió en la mujer fatal y enigmática que, más allá de representar en sus papeles, interpretaba su propia vida. Sus hermosas piernas (que poseían el título de las “piernas perfectas” y estaban aseguradas por un millón de dólares), y su voz ronca han quedado como iconos (visuales y sonoros) de una época dorada. 








6 de junio de 2015

El expreso de medianoche: “efectista drama carcelario”

“El expreso de medianoche” cuenta la historia real  de Billy Hayes, un joven estadounidense que en 1970 fue detenido en el aeropuerto de Estambul por llevar encima una pequeña cantidad de hachís y que fue condenado a 30 años de prisión, y las vejaciones, palizas y violaciones que sufrió mientras estuvo encarcelado.



En 1978 la película dirigida por Alan Parker causó un gran impacto por su contenido violento y sexual. A pesar de ello fue un éxito de taquilla recaudando unos 35 millones de dólares, siendo su presupuesto de 2,3 millones. Logró además seis nominaciones a los Oscar, ganando dos: a mejor guión y a mejor banda sonora. También fue nominada a ocho Globos de Oro y a seis premios Bafta. En algunos países, como Turquía, estuvo prohibida durante años.
La película se publicitó como una historia basada en hechos reales, pero el guionista, Oliver Stone, modificó y magnificó algunos hechos para hacerla más comercial. De hecho, Billy Hayes llegó a declarar que la adaptación de su biografía lo había decepcionado por la cantidad de licencias que el director y guionista se habían tomado a la hora de plasmar su odisea en las prisiones turcas. Alan Parker había aceptado el proyecto sólo porque quería rodar en Europa, y con la idea de enfocar la historia en las injustas sentencias sobre drogas y la crueldad que se vivía en algunas cárceles del mundo.
También el propio Billy Hayes había alterado algunas cosas de su biografía, mostrando una imagen más benigna de sí mismo y más oscura del sistema penitenciario turco.



Años después  los tres pidieron perdón a Turquía por la imagen denigrante, racista y estereotipada que ofrecía la película sobre el país y sus habitantes.  De hecho lo que más choca es que ningún personaje turco es retratado de forma amable en el film.
Hayes llegó a declarar esto a un periódico: «Yo tenía varios amigos turcos, están en mi libro. Pero el director me dijo que poniendo turcos buenos en la película sería como mostrar a oficiales nazis dando cigarrillos a los judíos de camino a los hornos. Debilitaría su impacto»
La repercusión de la película llegó a dañar tan profundamente la imagen de Turquía que afectó al turismo, uno de los principales motores económicos del país.



Algo que también se cambió fue la relación homosexual que Hayes mantuvo en su estancia en prisión con un compañero, ya que los productores creían que eso podría dañar la imagen del protagonista. Aún así hay una escena que lo insinúa y que resulta un añadido innecesario por la resolución de la misma. Extraña que los productores no dudaran en atribuirle dos asesinatos que en realidad nunca cometió pero sintieran reparos en hablar abiertamente sobre su homosexualidad.
Otro de los elementos claves para su éxito fue su banda sonora, innovadora en su época por su melodía electrónica y hoy en día pelín desfasada por lo mismo, compuesta por Giorgio Moroder.
Como curiosidad, el tema que acompaña la escena final, “The Chase”, se convirtió en todo un hit discotequero en los años de la música disco.
Finalmente la banda sonora  fue galardonada con el Oscar, si bien aquel año competía contra un grande como John Williams que también estaba nominado por “Superman (1978)”. (Personalmente, considero esto una gran injusticia, sin desmerecer el trabajo de Moroder) Fue la primera vez que una banda sonora compuesta íntegramente con sintetizador ganaba el Oscar.



Aunque la película es un retrato acertado y muy crudo sobre la violencia y la desesperación, es al mismo tiempo, quizás porque el paso de los años no la ha tratado muy bien, un efectista y manipulador melodrama.
Pese a que no es complicado imaginar que las condiciones de vida en una cárcel turca en aquellos años no serían precisamente buenas, cuesta creerse todo lo que muestra la cinta.  En el fondo sabemos que estamos siendo manipulados en pos del drama y el espectáculo. Hoy en día es fácil ver sus costuras. No por ello deja de impactar menos, de resultar menos incómoda, repulsiva, sórdida o sucia. Mérito de su agobiante atmósfera y sus decadentes escenarios.  Y por supuesto de la extraordinaria labor de los actores, unos entregados Brad Davis, John Hurt, Bo Hopkins, Irene Miracle, Randy Quaid, Paolo Bonacelli. Destacando sobre todos ellos Brad Davis, protagonista incuestionable y el que ofrece una interpretación más emotiva y sobrecogedora, y John Hurt, que para hacer más creíble su personaje pasó nada menos que 6 semanas sin ducharse.
A mi parecer hay dos escenas que elevan el nivel de El expreso de medianoche a película de culto: cuando el protagonista enloquece y la toma con el chivato de la prisión, y cuando es enviado a la cárcel psiquiátrica, la escena  en la que los reos deambulan en círculos alrededor de una gran columna en dirección a las agujas del reloj.
“El mundo está hecho en una fábrica, y algunas veces hay máquinas, máquinas defectuosas y las meten aquí... Las máquinas defectuosas no saben que son defectuosas, pero los que dirigen la fábrica sí. Ellos saben que usted es una máquina que no funciona.”




Muy recomendable. 
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